martes, 1 de septiembre de 2009

Alguna vez, de pronto, me despierto...


Alguna vez, de pronto, me despierto: Un dolor me recorre tenazmente,  un dolor que está siempre, agazapado, por saltar, desde adentro.  
Entonces tengo miedo. Entonces, me doy cuenta que estoy sola frente a mí, frente a Dios, 



frente a un espejo lleno de mis imágenes, de rostros polvorientos. 

Estoy sola, pero siempre estoy sola: Es lo único cierto. 
El amor era un huésped, la soledad es siempre el compañero que permanece al lado, inconmovible. 

Lo único seguro, verdadero. 
Oigo mi corazón, vieja campana que dobla y que golpea, 
que rebota en las sienes y en la nuca y en la boca y los dedos. 
Es cierto, tengo miedo. 
Miedo de no poder gritar, de pronto, de que ya sea demasiado tarde para un ruego. 
La costumbre ahoga las palabras y alarga el desencuentro. 
Ah, tantas cosas quedarán ocultas, perdidas, sin recuerdo, 
tantas palabras que no fueron dichas, tantos gestos. 
Unos dirán: Yo sé, la he conocido, fue una ardiente rebelde, 
se desolló las manos y la vida por defender los que creyó más débiles. 
Otros dirán: Yo sé, la he conocido, era dura, malévola, 
avara de ternura, con la boca mostraba su desprecio. 
Alguien dirá: Y cómo sonreía... 
Qué importa lo que vendrá después del gran silencio. 
Claro que tengo miedo. 
Así, en la madrugada mientras algún dolor -un dolor, siempre- va hincando sus agujas en mi cuerpo, 
abro las manos en la sombra dulce para atrapar mi soledad, de nuevo, 
y me quedo a su lado, sin moverme, con los ojos abiertos la vida detenida. 
Toda mi sangre es un temor inmenso.
Julia Prilutzky


1 comentario:

  1. el estar triste no es mas que un centimiento ps nada te ara salir de esa tencion mas que tu misma (o) lucha y deja atras los fantasmas que la vida te pone...

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