viernes, 15 de enero de 2010

Amiga, creo en tu amistad



Mi querida amiga, hermana, mi confidente:
Ahora que se han pasado los días de las fiestas y comienza un nuevo tiempo que nos invita a la reflexión, he tenido el tiempo suficiente para pensar, para poner sobre la balanza las cosas en las que creo, para reafirmar una vez más lo que tengo. Me encuentro aquí, en el silencio de mi cuarto que se reduce a cuatro paredes cargadas de recuerdos y memorias; algunas dulces, otras amargas. Recuerdos que se van diluyendo con el tiempo, aliviando así el dolor que alguna vez nos hirió con aguijones despiadados, y aunque aún siguen ahí, ya no hieren con el mismo dolor de antaño.
Creo en tu amistad...
Creo en tu fortaleza…
Creo en mis alegrías... que se hacen dobles cuando celebras mis logros.
Creo en mis tristezas...que se dividen cuando lloras conmigo y me das la mano para levantarme de mis fracasos.
Sabemos que no se debe dejar de luchar por lo que alguna vez soñamos “porque no hay sueño tan grande que no se pueda alcanzar, ni soñador tan pequeño que no pueda soñar”.
Por esas cosas misteriosas de la vida, protegía sin darme cuenta mi soledad, pero llegaste a mi vida como un rayo de sol, abriste tu corazón y por primera vez pude abrir las páginas de mi vida, pude abrir las memorias de un pasado suspendido en el tiempo que golpea fuerte.
Eres el sonido de la amistad que quiero escuchar, quiero saber que estás, quiero que sepas que estaré, quiero darte mi risa para que la riamos juntas, mi gozo para que seas feliz, mis manos de artesana para tallar el futuro y mis lágrimas cuando las tuyas se acaben.
Somos viajeras y muchas veces he pensado como tú, porque siempre hemos pensado que el amor infinito de Dios ha sido y será nuestro nervio y motor con la fuerza infinita del amor que implantó en nuestro corazón, Dios actúa de forma misteriosa y hay cosas en la vida que no son un proyecto, son más bien una obligación de devolver en una mínima parte lo que él nos ha dado.
Sé que muchas veces me he equivocado y tú me has comprendido, pido perdón por eso, y pido perdón por las muchas otras que se que estaré equivocada. No voy a repetir una vez más cuanto te quiero, sólo quiero que estés segura de ello, gracias por escucharme y comprender mis silencios.
Todo ha valido la pena, todo esfuerzo, todo camino, nos lleva a estar unidas en la distancia, aquí está mi mano, sé que encontraré la tuya cuando esté a punto de caer. Sigamos unidas, mi amiga, sigamos unidas hasta que Dios disponga de nuestras vidas. Gracias mi hermana virtual, gracias por tu amistad. “Aquí estoy, mañana estaré y mientras Dios me lo permita, seguiré estando”.
Te quiero mi amiga, mi hermana, mi compañera de mis horas tristes y alegres; para ti estas líneas.

©01/01/ 2010, Autor: Dulce Amanecer

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