mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.
para tus manos suaves como las uvas.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.
para que tú las oigas como quiero que me oigas.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.
para tus blancas manos, suaves como las uvas.
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