Descubrí que no soy una princesa de cuento de hadas. (¡¡Por suerte!! Por que debe ser muy aburrido)
Descubrí al ser humano que sencillamente soy, con sus miserias y sus grandezas.
Descubrí que puedo permitirme el lujo de no ser perfecta, de estar llena de defectos, de tener debilidades, de equivocarme, de hacer cosas indebidas, de no responder a las expectativas de los demás.
Y a pesar de ello.... ¡quererme mucho!
Cuando me miro al espejo ya no busco a la que fui... Sonrío al que soy...
Celebro la posibilidad de elegir, a cada instante quien quiero ser, me alegro del camino andado, de la experiencia que me dieron estos años.
Asumo mis contradicciones. Valoro lo recorrido. Tan mal no me fue... ¡Estoy acá!
¡Qué bien vivir sin la obsesión de la perfección!
Después de todo cuando decidí, que no quería la perfección, comencé a accionar y a alcanzar objetivos, como bajar esos casi kilos que tanto pesaban en mi vida!
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