domingo, 9 de septiembre de 2012
Cuando los padres envejecen…
Querido hijo… querido nieto…
El día que me veas mayor y ya no sea yo, ten paciencia e intenta entenderme.
Cuando, comiendo, me ensucie; cuando no pueda vestirme: ten
paciencia, recuerda las horas que pasé enseñándotelo.
Si cuando hablo contigo, repito las mismas cosas mil y una
veces, no me interrumpas y escúchame.
Cuando eras pequeño, a la hora de dormir, te tuve que
explicar mil y una veces el mismo cuento hasta que te entraba el sueño.
No me avergüences cuando no quiera ducharme, ni me riñas;
recuerda cuando tenía que perseguirte y las mil excusas que inventaba para que
quisieras bañarte.
Cuando veas mi ignorancia sobre las nuevas tecnologías, te
pido que me des el tiempo necesario y no me mires con tu sonrisa burlona.
Te enseñé a hacer tantas cosas… comer bien, vestirte… y como
afrontar la vida; muchas cosas son producto del esfuerzo y la perseverancia de
los dos.
Cuando en algún momento pierda la memoria o el hilo de
nuestra conversación, dame el tiempo necesario para recordar; y si no puedo
hacerlo, no te pongas nervioso, seguramente lo más importante no era mi
conversación y lo único que quería era estar contigo y que me escucharas.
Si alguna vez no quiero comer, no me obligues; conozco bien
cuando lo necesito y cuando no.
Cuando mis piernas cansadas no me dejen caminar, dame tu
mano amiga de la misma manera en que yo lo hice cuando tú diste tus primeros
pasos.
Y cuando algún día te diga que ya no quiero vivir, que
quiero morir, no te enfades; algún día entenderás que esto no tiene nada que
ver contigo, ni con tu amor, ni con el mío.
Intenta entender que a mi edad ya no se vive, sino que se
sobrevive.
Algún día descubrirás que, pese a mis errores, siempre quise
lo mejor para ti y que intenté preparar el camino que tú debías hacer.
No debes sentirte triste, enfadado o impotente por verme de
esta manera.
Debes estar a mi lado; intenta comprenderme y ayúdame como
yo lo hice cuando tú empezaste a vivir.
Ahora te toca a ti acompañarme en mi duro caminar.
Ayúdame a acabar mi camino, con amor y paciencia.
Yo te pagaré con una sonrisa y con el inmenso amor que
siempre te he tenido.
Te quiero hijo.
Tu padre, tu madre, tus abuelos…
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Hola Amiga Laly cuanta verdad hay en esto que pusiste... y a la vez cuanta hipocresía hay en el mundo respecto de la vejez. Todos dicen una cosa y hacen otra. La mayoria cree que nunca les va a tocar pero finalmente se terminan dando cuenta que al final a todos les llega.
ResponderEliminarUna entrada hermosa Lau como todo lo que siempre disfruto leyendo en tu blog. Te mando un abrazo enorme y hasta cualquier momento amiga!